lunes, 12 de enero de 2009

Tarde

Ya está bien, no hay nada más que hablar
tu ya elegiste no volver a mirar atrás
no se me ocurre que más inventar
para que esto no llegue a acabar ya sin más

Y así salvar a un amor imposible
eliminar las ganas de huir
hacerle frente a un muro invisible
y volver a tener la esperanza ante ti
sin decir otra vez

Si solo es tarde, me dices tú
como continuare
si solo es tarde, no vuelves no
dime como lo hare

ya sabes, me cuesta aceptar
que hubo amor donde hay soledad
y aquel dolor de verte salir
de mi vida aún sigue estorbándome aquí

No son recuerdos ni es el ayer
lo que aun te busca sin vacilación
si hoy pudiera hacerte volver
y no solo dijeras que paso nuestro amor

Si solo es tarde, me dices tú
como continuare
si solo es tarde, no vuelves no
dime como lo hare

miércoles, 7 de enero de 2009

...

En blanco,
nada.

Simplemente pase para saber de vos.

Y no, no es tan facil ni es tan simple,
solo abrir los ojos para nada y para vos.

Sin, nada,
y con vos,
acechando mi memoria.

lunes, 5 de enero de 2009

Se le hielan los pies

Se le hielan los pies, y el fraudulento suspiro cambia el rumbo de las palabras antedichas para volver a encontrarse frente a frente con la oscuridad. Cree que es tarde y que ya nada más le sobrará como cuando le sobraban brazos, con los que le atrapaban y bastaba para dejarse vencer, entonces la inercia de caer era un dulce instante donde lo demás dejaba de ser y el después no importaba.

No había nada mas, solo el vocablo de sus noches y silencios, solo el aliento de dos vidas dadas vuelta y tornándose repentinamente en una. Solo el todo de un miedo deslumbrante y oscuro, iluminándole los ojos y palpándole así las frías manos.
Se le hielan los pies nuevamente. Por el tiempo tal vez, por la distancia o porque así lo quiso. Dijo que fue para salvar el día y las muchas noches que faltaban por venir, y porque de no ser así no podría otra vez tener el ardor de su alma cerca, tan cerca que le quemaba por dentro.

Se le hielan los pies y estremece el susurro que recorre nuevamente la habitación ajena. No es el tiempo el que descansa, son los deseos que se fugan por la ventana entre abierta. Es la lluvia que inunda las páginas pisadas por las sombras desiertas. Son muchas y es una, una sola que contiene la verdad eterna de su torpe sueño lúgubre, tan lúgubre que no siente.

Se le hielan los pies al descender despacio, y nuevamente le cubren las alas invisibles de su vuelo. Las ansias se hacen participes de un quizás y en la letanía de su mente se quiebran en mil pedazos las lagrimas del alma acongojada. No es culpa suya, ni tampoco de quien llego repentinamente, sin embargo se encuentra entre el vivir o dejarse morir de repente.

Se le hielan los pies sin miedo, y el temor no cede ante la duda, no hay escapatoria frente a un destino claro y predilecto. Lo decide y entonces entiende que no es la forma ni el cómo sino el porqué, el motivo real de su decisión maldita.

Se le hielan los pies y la escarcha que cede ante la gravedad de su vuelo cubre el final de su añoranza y su pena. Esquiva levemente el intento de correr y avanza ante la impotencia de no poder. Y es entonces que se encuentra amaneciendo ante las últimas sinfonías del vaivén en la madera. Cruje el latido opaco y carmín de su horizonte y recuerda que vive aún aunque no entienda bien porque.

Se le hielan los pies, siente, busca darle calor y fe para que pase el dolor punzante de un frío intenso y entonces comprende que la lucha no tenía un sentido eterno ni era un fin común, sino muchos fines diferentes e insignificantes.

Se le hielan los pies otra vez, tantea a su lado buscando un par de medias rotas, abre lentamente los ojos, enciende la luz, y entonces comprende, que ese ensordecedor sonido llego más cerca de lo que esperaba y que ya no podrá pisar las hojas secas del otoño ni resbalar en el frío del invierno.

Nocturna

No sé porque, o tal vez si lo sé y no lo quiera aceptar, sin embargo acá estás, cerca, tan cerca que puedo llegar a tocarte, a percibir el perfume de tu olvido que se acerca y me avasalla, cual profundas caricias y palabras silentes. Me golpeas frenéticamente y es tu recuerdo que se hace parte de mí. De la mentira de olvidarte, de la travesía que me es el hoy no verte y verte, un desafío a la memoria, un silencio que dice tanto, y me ahogan estas ganas por tenerte, de abrazarte y no dejarte ir nunca más. Aunque fui yo el que se fue, aunque fui yo quien jamás regresó y que aún hoy aguardas que te mienta y te diga que estoy un poco más cerca que ayer.
Me duele, profundamente, dentro mío duele tu ausencia, y se llena el alma y la boca con tu nombre, irrumpes de golpe como quien no fue invitada y aún así se hace de valor y con gran prepotencia continua cerca.

Admiro tus ganas, esas ansias de mi que confiesas una y otra y otra vez, las admiro y las añoro, las deseo hoy. De pronto, quisiera romper las barreras naturales que nos mantienen tan quietos y lejanos, quisiera derribar las alturas y surcar las profundidades que nos confiesan nuestra separación en esta letanía de una y otra y otra noche más.

Y te busco, en el sonido tenue de la voz que existe cerca y pequeña, y aún así, lejana y oscura.

Mis manos se quedan temblorosas profundizando en el aire pesado de la noche, trastabilla el corazón y se descubre la verdad. Años conteniendo las palabras que tal vez quisiste, o quizás no, y sin embargo te siento cerca, latente, viva y por sobre todo esperanzada, como si mis manos cargaran la salvación de nuestras almas perdidas en el cruce de los sueños, y las ilusiones vanas.

Lo sé, me ha faltado el valor para decirte tantas veces tanto que hoy lo siento, lo siento tan decididamente fuerte y perfecto, que ya no bastan los planes ideales, o los sentidos correctos y armoniosos, solamente esto, esto que está ahí, que se yergue entre los miles de millones de latidos a tu lado. Esto, cuyo destino solamente existe en y por tu causa. Esto que tiene nombre y tactos solamente para ti, más sin embargo, terriblemente creo, que jamás alcanzará tu mirada a percibir, o siquiera un segundo de ti a tocar lo que esta noche, misteriosamente, siento.

Quizás me entiendas, o te agrade mañana lo que veas, y te encuentre, sin apuro ni vertigo, te vea y sienta otra vez en la distancia, de una imaginación amarga, nocturna y profundamente sola.